sábado, 5 de abril de 2008
FLASHBACK 1: EL JEFE SIEMPRE TIENE LA RAZON
No lo entiendo, creo entenderlo pero cuantas más vueltas le doy a esta historia en mi cabeza más incomprensible se vuelve, una y otra vez aparece la única lógica de obtener un resultado como ese, el ofendido orgullo de quien tiene el mando. Me pierdo, esta historia tiene un principio y un final agridulce.
Nos trasladamos al año 2006, principios de Enero, poco tiempo después de aterrizar en mi nuevo trabajo.
7:30 AM
Comienza mi jornada laboral.
7:50 AM
Llego al trabajo, un día frío, muy frío pero el calor de las incontables calorías obtenidas en la golosa temporada navideña lo hacen llevar con buen ánimo. Directo a la cocina (sí, tenemos cocina en el curro) destinada a hacer un sin fin de cafés y equipada con una televisión que más se puede pedir, lo único malo es que el jefe sabe por donde empezar a buscar.
Con la taza caliente en mis casi acartonadas manos y un sitio demasiado bueno frente a la tele para poder conservarlo a lo largo del día alguien irrumpe en mi delicada operación de bañar lo justo la galleta en el café para que sufra algún desmembramiento en su camino hacia la boca.
Jefe - Emmmmm, a ver, ese camión no debería estar ahí, emmmmm, tú, Cassius.-
La silueta de un pequeño hombre con aspecto recién salido de la película Greasse hace su aparición, una especie de antepasado Hobbit de Snake el delincuente de los Simpsons, con su incansable látigo imaginario me espolea.
Es lo que tiene estar en primera línea para disfrutar de la televisión matinal, estas en primera línea de fuego y el enemigo tiene un blanco que no desaprovecha.
Cassius K - "Buenos días" jefe - recalco intentando disimular que el tono no denote demasiado sarcasmo - Parece que ese no es su sitio, estaba ahí esta mañana así que los del turno de tarde han debido...
Jefe- No te estoy preguntando que han hecho por la tarde, sólo digo que ese no es su sitio.
La galleta María que mi mano sostiene decide darse un chapuzón en el café por su propia cuenta, mis enojados dedos no responden.
Directo a la mandíbula, ¿abuso de poder? claro que no, sólo se trata de USO del poder indefinido que han puesto en sus manos y del cual da tan buen uso.
A regañadientes el café baja por el gaznate de dos o tres sorbos, galleta María incluida, y pongo rumbo al susodicho vehículo que tanto irrita a ese enano dictador.
Conecto la batería, abro la pesada puerta y trepo como un mono hasta sentarme en el cómodo asiento, giro la llave y arranca sin problemas. ¿Pero que coño hace aquí si no tiene ningún problema? Bien, este es el plan, sólo tengo que rodar unos pocos metros y maniobrar hasta dejarlo en un lugar donde no irrite a la sensible mirada mañanera de mi jefe.
La segunda entra sin problema alguno y ya estoy en camino, giro, giro un poco más, coño casi le doy a la pared del taller, giro otro poco y ahora marcha atras.
Punto muerto y allá va la palanca de cambios en la posición de la marcha atras.
El estridente pitido "piiii piiiii piiiii" hace aparición atrayendo la indeseada atención de mi siempre atento jefe.
El ruido del motor me impide percatarme de su salida con paso firme de la cocina/sala de descanso, balanceando los pequeños brazos cual director de cubierta en un portaaviones trata de llamar mi distraida atención, termino la maniobra, paro el motor, ahhhhh por fin algo de paz...
Jefe - ¡Cuantas veces tengo que deciros que no me gusta que aparquen los camiones marcha atras! ¡Es peligroso usar la marcha atrás aquí con los surtidores estando tan cerca. La próxima vez la metes de frente cojones!.
Cassius K - ¿Y luego para salir del aparcamiento con el camión así aparcado?
La pregunta es formulada con tanta velocidad que logro sacar provecho de la niebla presente en el sentido común y capacidad de razonamiento de mi jefe y su mal día, (cada vez más cerca de convertirse en el "mi mal día"), no logra entender por donde van los tiros y me contesta con todos sus huevos toreros.
Jefe - Joder, metes la marcha atrás...
Levanto los brazos formando una herradura, como si un abrazo le quisiera dar a mi jefe (aunque un guantazo a esa distancia tampoco desentonaría mucho, en otro mundo que no sea el mío supongo), con las palmas de las manos hacia el cielo y la misma cara inexpresiva de siempre contesto.
Cassius K- Vamos, que a fin de cuentas uso la marcha atrás con los surtidores aquí al lado.
En una súbita exploción muscular las cejas de mi jefe botan incontroladamente mientras escupe una serie de instrucciones, creo, que debo seguir y el porque, aunque no es mucha la información que logro recibir entre tanto escupitajo.
Jefe - ¡¡Mecago en.... ....coño.... .....porque lo digo yo....!!
Con el mismo paso nervioso con el que hizo su desagradable puesta en escena se marcha dirección a su oficina a seguir perturbando mentes pero esta vez con el teléfono, que para eso es de uso interno y gratuito, imagino la cara del pobre diablo que conteste al otro lado del aparato.
Pffff, otra bronca que me llevo por bocazas, aunque se trate de contestarle a otro bocazas tengo las de perder claramente, a ver cuando aprendo a contenerme, pienso mientras ejecuto el plan del ena.... ....de mi adorable jefe.
Resignadamente arrastro un pie detrás de otro en dirección a la sala donde esperamos que nos asignen la tarea del día, la puerta es custodiada por unos compañeros que avispadamente han intiudo algo de lo sucedido y muestran cara de estar pasandoselo pipa al verme llegar algo desanimado.
Compañeros en plan cabrón - "Buenos días" Cassius.
Cassius K - "Buenos días" cabrones.
Nos reimos un rato, mis compañeros ofrecen algo de hospitalidad lanzando todo tipo de descalificaciones hacia el jefe y relatando algunos cosos con relación a este que han vivido en sus propias y aparentemente también lastimadas carnes, resumen, es un cabrón y no debo hacerle caso.
Maldita sea, no es justo pero es lo que hay y con eso tengo que lidiar día a día, como dije, la historia tiene un principio agridulce, el café y el calor de la sala de descanso con la ira y la resignación que aporta mi jefe, en ocasiones, a veces todo hay que decirlo es humano el tío, supongo que cuando ve que tiene a demasiados en su contra, incluso los pelotas de turno y otros que sí se saben callar, los listos y cuya capacidad de aguante envidio.
Abrá que aprender eso de morderse la lengua aunque no me deja buen sabor de boca, no sólo por la probable hemorragia de cerrar la mandíbula sobre mi incontrolada lengua sino por el hecho de llevarme "eso" dentro hasta que llego a mi casa y me olvido.
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