lunes, 30 de junio de 2008

FLASHBACK 8: RASTACIDIO




¿Sois de esa clase de personas que decoran su casa con objetos de lo más extravagantes? ¿Grandes piezas de museo popular que adornan el interior de vuestros hogares? Un consejo, puede ser una práctica de lo más peligrosa para vuestra salud, yo que desde pequeño me crié en un hogar que bien podría pasar por un todo a 150 he decidido despejar las zonas altas como estanterías, el televisor o la colección de botellas de cerveza que tan bonita imagen da a la cabecera de mi dormitorio ¿Por qué?, fácil…

11 de Junio de 2008, comienza el flashback.


Calor, cuanto calor, no puedo más, tengo que salir del maldito camión a coger un poco de aire por dios…

Uff, estiro las piernas, los brazos y hasta la “sagrada extremidad” se estira (¿o ya estaba estirada? Calor+sueño=¿sueño erótico?), esta costumbre de ocultarme a sobar por las mañanas en la cabina de algún camión averiado sin que el jefe se percate de mi ausencia se está convirtiendo en un mal hábito, tarde o temprano me pillarán, espero que más tarde que temprano.

¿Qué hora es? ¿Las once de la mañana? ¡¡Oh my god!!

¿Qué hace alguien que se acaba de pasar dormido la mañana de trabajo desde las 7:30 hasta las 11:00? Está claro, desayunar tranquilamente, que la tensión hay que cuidarla no vaya a ser que me pueda el estrés.

Y al cuarto de las taquillas (donde nos cambiamos y tal…) me voy a por algo de pasta para el bocadillo de calamares o pechuga o canguro o ya veré de que lo pido, abro al puerta de mi armario, a ver a ver, ah sí, aquí está, saco la cartera y pillo cinco euritos y cierro la puerta, tal vez más fuerte de lo que debería…

A partir de ahí, todo nublado.

Doctora: ¿No recuerdas nada más?
Cassius: No mucho más, escuche a algunos compañeros que me levantaron para traerme hasta aquí pero no tengo ni idea de porque narices perdí el conocimiento, sólo se que me duele un montón la cabeza y que tengo un chichón que parezco un unicornio.
Doctora: Bien, de momento te voy a dar el día libre…

Ole ole!!!

Doctora: …y para el dolor de cabeza quiero que te tomes esto cada 8 horas, no tienes más que un pequeño traumatismo, nada grave, y el calor y el golpe han hecho que perdieras el conocimiento.
Cassius: Querrá usted decir el golpe de calor (que listo soy, corrigiendo a una licenciada)
Doctora: No no, quiero decir “calor y golpe”, me comentó el compañero que venía contigo que se te calló en la cabeza una figura que tenían en el vestuario y cuando entraron estabas en el suelo rodeado de pedacitos de el objeto en cuestión.
Cassius: ¿En cuestión?
Doctora: Sí bueno, usted me entiende, al parecer es un objeto de unos dos kilos y a pesar de que la altura desde donde cayó no es excesiva, el golpe merece que tomes reposo.
Cassius: No si yo hasta ahí bien, y lo del reposo le aseguro que no lo voy a debatir pero eso del objeto, no me ha quedado claro.
Doctora: Bueno Cassius, de momento tú preocúpate de tomar reposo y mañana averiguas que ha sucedido porque me temo que la información que yo poseo no dista mucho de la tuya.
Cassius: Sí señora.
Doctora: Venga cuídate y descanza.
Cassius: Sí señora.
Doctora: Hijo mío, como se nota que eres militar.
Cassius: Sí señora.
Doctora: ……..

En mi cabeza se repiten varias incógnitas ¿objeto? ¿golpe? ¿pedacitos? ¡¡día libre!! No puedo irme a casa sin saber algo más, nada más salir de urgencias me veo a canoso sentado en el capó del coche de la empresa fumando un pitillo la mar de tranquilo (para variar)

Canoso: ¿Cómo estás?
Cassius: Me va a reventar la cabeza, joder como me duele.
Canoso: Para no dolerte…
Cassius: ¿Lo dices por el “objeto” caído del cielo?
Canoso: Sí, pero no cayó del cielo no, lo puso ahí Lito que le dio por traerlo de la casa para alegrar el vestuario dice.
Cassius: Deja que lo coja que ya verás como se alegra, ¿y que coño era?
Canoso: Un rasta con una caja de marihuana.
Cassius: ……..
Canoso: ……..
Cassius: ¡¿Qué?!
Canoso: Un rata con una caja de marihuana.
Cassius: No, si ya te escuché la primera vez, era un ¡¿Qué?! Automático de esos.
Canoso: Bueno, regresemos a la base que se acerca la hora de salida.

Meditando sobre la posibilidad de que la “figurita” fuese colocada con mala intención sobre mi armario y ante los resoplidos de Canoso que no paraba de llamarme paranoico volvemos al trabajo, bueno, a decirle al jefe que me va a comer lo de abaj… que hoy libro. Ya habrá tiempo de indagar sobre el posible intento de homicidio o el cúmulo de estupidez humana característico de mi compañero Lito quien no pudo elegir mejor sitio para colocar un objeto de casi 3 kilos de peso.


Jefe: ¡¿Cómo?!
Cassius: Que me han dado la baja.
Jefe: Sólo hoy imagino.
Cassius: El resto de la semana (chúpate esa)
Jefe: Pero sólo tengo dos conductores, que voy a hacer si te vas.

La mala idea ronda mi cabecita, tal vez pueda devolverle a Lito lo del muñequito de los cojones.

Cassius: ¿Por qué no avisa a Lito que venga a sustituirme? ¿El muñeco era suyo no?
Jefe: ¿Qué muñeco?
Cassius: Sí hombre, la figurita esa del Rasta que me cayó en la cabeza.
Jefe: ¿Qué dices? ¿Qué figurita ni que coño?

Vaya vaya, así que tratan de ocultarle al jefe que un capullo se dedica a decorar el vestuario como si fuese el salón de su casa.

Cassius: Oiga, me cayó encima una figura que tenían para “alegrar” la vista en el vestuario, un rasta de esos con una caja de marihuana, sin marihuana dentro imagino, ¿no le han dicho nada? creo que estoy hablando demasiado.
Jefe: No, ya averiguaré por mi cuenta el resto de la historia, tómate libre el resto de la semana entonces y el lunes de la siguiente te incorporas de nuevo.

¿Cómo que tómate? Eso suena a que me estás dando la semana libre, y me la ha dado un médico, una médica… …una doctora.

Cassius: Eso haré, bueno me voy que me está doliendo la cabeza, voy a coger la cama a ver si duermo y se me quita el dolor.
Jefe: Sí, duerme algo.

¡Ja! No se entera de nada.

Y así es como sufrí el ataque de un muñeco que servía de apoplejía a las drogas, total, que las drogas son malas para la salud, un momento, ahora que recuerdo cuando llegué a mi casa me fumé un canuto y se me quitó el dolor de cabeza y las penas, que paradoja, lo que me colocó en esta situación me ayudo a superarla, vaya gracia.

Tareas pendientes: Partirle en la cabeza de Lito una figura ornamental, posiblemente un elefante de esos que venden en el top-manta que debe ser jodido que te den con algo así. La venganza está en camino, aunque a día de hoy que escribo esto, la ira ha dado paso a la pereza y he decidido pasar del tema. Son cosas que pasan aunque me jode que me pasen a mí y a mi cabecita.

Hasta otra ocasión, espero que ese golpe no borre recuerdos que antaño deseé escribir en este blog.

Ahora entiendo lo de drogas blandas y drogras “duras”…

sábado, 17 de mayo de 2008

FLASHBACK 7: PEQUEÑO GRAN VILLANO


Todavía me recrimina mi hermana a día de hoy y en cuanto tiene ocasión al ver alguna subida temperamental por mi parte, los daños ocasionados a un preciado regalo que le fue concedido de manos de su madrina y cuyo fin llegó en 1995. Y es que la pobre sin motivo alguno comprobó hasta donde llega la incontrolable ira de “Cassius el destructor”, así pasó a apodarme quien compartió conmigo este episodio de mi diario, el sabelotodo de Encarta, como las enciclopedias lo llamábamos, al tío no había ni habrá quien le discuta nada, y lo peor es que casi siempre llevaba razón y sabía de lo que hablaba, vaya cerebrito.

Pocas veces hemos vuelto a jugar con la dedicación con la que lo hacíamos esos días, se nos pasó el arroz en esto de los videojuegos.

Total que el pato lo pagó el pobre objeto tan valorado por ella, víctima de mis incontrolados arrebatos.

1995, principios de diciembre, una tarde cualquiera, comienza el FLASHBACK.

Al otro lado del teléfono suena la voz del también aburrido y sin nada que hacer Encarta.

Encarta - ¿Qué vas a hacer esta tarde?
Cassius - Pfff, pues espera que mire la agenda, a ver, no se si acostarme a dormir o hacer lo de siempre, aporrear los botones del mando de la consola hasta que diga basta ¿y tú?
Encarta - Yo, me apunto a ese plan, estoy igual que tú.
Cassius - Pues ya sabes donde vivo, aquí estoy, y prepárate que te vas a llevar lo tuyo.
Encarta - Eso habrá que verlo.

El plan perfecto, sólo queda conectar la Playstation en el salón donde poseemos la mejor televisión de las dos que hay en casa y a esperar que llegue el amigo que pronto se convertiría en enemigo, en el videojuego claro está. Pero no son los planes de Risco, mi hermano mayor.

Risco - Que no.
Cassius - Pero…
Risco - Que no.

Nada, el dique de la cabezonería que porta el inamovible de mi hermano en la cabeza consigue hacer estallar cada ola que con amabilidad y trato de razonamiento lanzo para que me deje apropiarme de la televisión un rato, pero no hay quien lo separe de ahí, mas creo que lo hacía por joderme a mí que por otra cosa pero así es la vida.

Risco - Coge la tele de la habitación.
Cassius - ¿Esa tele de 14 pulgadas? Es una mierda jugar con eso, déjame un rato hombre.
Risco - No, la tele del cuarto o tú sabrás donde enchufas la jodida play.
Cassius - Tsshh…
Risco - Y no me chistes que te doy.
Cassius - ….

Que remedio, en la excelente idea de nuestros padres de meternos a los tres en la misma habitación no pudo mejorar la cosa incluyendo una televisión (para disfrutar ellos la del salón claro está), y cuando coincidíamos los tres se convertía en otra batalla campal en la que el primero en caer en combate era yo, luego solía ganar Ina que superaba en astucia al tosco de Risco, el cual sucumbía ante las amenazas de mi hermana de cantar frente a nuestros padres las gamberradas y secretos que este trataba de ocultar. Y esa es la televisión que hoy me toca disfrutar, cago en…

Ding! Dong!

Risco - Ve a ver quien llama a la puerta.
Cassius - ¿Qué? Estoy liado enchufando esto vete tú.
Risco - Me da que es tu amigo Encarta, yo paso de abrir.

Abrir la puerta también me toca.

Cassius - Que pasa tío, entra.
Encarta - Hoy vengo con mi mando que siempre me das esa mierda de marca falsa con forma de boomerang.
Cassius - Sí, échale la culpa al mando jaja.
Encarta - Tu mando es demasiado rígido, los botones tienen un pequeño tiempo de reacción lo cual hace que no siga los movimientos de…
Cassius - Vale vale, es el mando.
Encarta - Pos eso.

Y comienza la partida, sentados sobre la cama de mi (compartido) dormitorio, como no, que mejor que ir directamente a por el peso pesado de nuestra improvisada competición, el Tekken 3, tras algunas partidas, algo no va como siempre.

Encarta - Te dije que era el mando.
Cassius - …..

El sorprendente poderío que despliega Encarta con ese maldito mando hace que reciba la mayor humillación de mi vida, acostumbrado a ser yo quien llevara las riendas en cuanto al número de victorias soy quien ahora porta el mayor número de derrotas, algunas de lo más humillantes con Perfect y todo, y eso, sí que jode.

Cassius - ¡Joder!

Y le suelto el primer puñetazo a la pared.

Encarta - Eh eh , tranquilo tío.
Cassius - Es que algo le pasa al mando.
Encarta - …..

Otra derrota, otro puñetazo.

Encarta - Te vas a hacer daño en la mano, eso es malo y puedes astillarte algún hueso de la mano sin darte cuenta, luego se agrava el dolor y puede acarrearte problemas, deja la pared quieta.

Y mientras me da esas palabras de ánimo y trata de tranquilizarme, me da otra paliza con el maldito juego.

Cassius - ¡Ahh! ¡Joder!

Y otro puñetazo, otra derrota y otro y otro puñetazo, al final por un fallo de cálculos entre la trayectoria de lanzamiento de mi puño y la paciente pared, algo se interpone.

¡Bum!

Encarta - Ay señor…
Cassius - Ahora sí que la armé…

El globo terráqueo que mi hermana tan cariñosamente le fue dado a manos de su cariñosa madrina y que se había esforzado en conservar a lo largo de los años recibe un meteorito llamado “ira” y salta en 80 pedazos, demasiado difícil para echar mano de la gotita y reconstruirlo. No queda más remedio que aceptar el hecho de que mi estúpida en incontrolable rabia me acaba de meter en un problema…

Encarta - Te has cargado el planeta tierra, eres una versión juvenil de villano de película.
Cassius - Tío, ayúdame a recoger esto anda.

Le pedía ayuda más calmado a Encarta pero al ver como desenchufaba el mando y salía tan campante por la puerta deduje que tal vez, y sólo tal vez, no estaría por la labor de ayudar y menos de esperar a ver como me llevaba la bronca de Ina, pobrecilla.

Semanas después tras recuperar el habla con mi ofendida hermana, salí de la ducha y entre descalzo en la habitación, noté un agudo pinchazo en la planta del pie, era un pedazo de Madagascar…

Moraleja: Por muy mal que te vayan las cosas, el planeta tierra no tiene la culpa y las paredes menos…

Mi hermana cumple años en Noviembre, tal vez debería plantearme hacerle ese regalo, aunque a estas alturas es capaz de partírmelo en la cabeza.

viernes, 9 de mayo de 2008

FLASHBAHCK 6: JURASSIC DISCO PARK


Esta mañana el sereno dibujaba la planicie lunar sobre la carrocería del coche, el cielo parece despejado lo cual da a entender que será un día de los de coger la toalla, el protector solar y tirar rumbo a la playa.

Dicho y hecho.

Y aquí estoy, a las cinco de la tarde sentado en un banco del paseo marítimo disfrutando de un helado de pistacho en cucurucho y debatiendo si continuar haciendo uso de la raquítica y casi inservible cuchara de plástico o dar paso a los lametones. Difícil decisión. La cuchara al carajo.

Nada interrumpe mi golosa tarea hasta que una voz de espartano en versión original me llega desde el paseo por el cual pulula la gente, cuatro titanes como recién salidos del Mister Olimpia ríen a carcajadas por lo que deduzco que debe ser una conversación divertida, y digo deduzco ya que a pesar de que las tronantes voces se deben oír hasta en las antípodas no entiendo ni pío.

Ingleses son los colegas, 4 Wayne Roonie 50% agua 50% winstroll, con una piel color rojo gamba que intuyo se debe al mal uso, por no decir inexistente de la protección solar, dígase que la escena llama la atención y les acompaño con la mirada mientras pasan por delante del banco donde me encuentro esperando disimular en caso de que alguno de los colosos interprete mi curiosa ojeada como un acto de desafío.

Para mi desgracia, dicho y hecho otra vez.

Uno de los colosos parece que intuye mis artes ninjas de espionaje, y gira la cabeza ofreciendo un semblante hooligan aterrador, suerte tengo de que llame más su atención el helado que comienza a temblar en mis manos imaginando la escena de un abusón de patio de colegio arrebatándole el desayuno al esmirriado de turno, pero pierde el interés, por si las moscas ya he activado el plan de emergencia, mis ojos deambulan por el edificio que tiene como fondo el desfile de las fuerzas armadas inglesas.

Una extraño hormigueo me recorre las entrañas, ese edificio me resulta familiar.

Consta de dos plantas con algunas cafeterías y parece que un restaurante de esos de música en vivo, donde algunas noches son amenizadas por un artista de la farándula con guitarra, un piano, saxofón y hasta con un banjo los he visto haciendo un popurrí de grandes éxitos europeos donde no faltan Elton John o Phil Collins, los guiris cenan casi a esas horas así que ya se puede oír al Asurancetúrix de turno (el bardo que atormentaba con sus horribles canciones a los galos en los cómics de Asterix y Obelix) dejando sordos a los comensales del restaurante en cuestión y por consiguiente ahora que me estaba acercando a curiosear, a mí.

La parte baja contiene todo el repertorio de cafeterías, el restaurante y lo que parece un billar ahora que estoy cerca, la parte alta a pesar de estar en un lugar perfecto para cualquier tipo de negocio turístico y provista de unas bonitas cristaleras y una amplia terraza, es territorio fantasma y parece completamente deshabitada.

Y me suena de algo, y bastante. Claro que me suena, como que ahí estaba ubicada una famosa discoteca la cual recuerdo increíblemente poblada por las noches, y ahora no está, así son las modas, imagino que se hizo insostenible mantener el local según fue perdiendo visitas al desparecer como he dicho la moda de ser el lugar de encuentro. Regularmente iba con el habitual grupo de amigos a quemar un poco los efectos del alcohol ingerido, primero paseando hasta encontrar un espacio amplio donde hacer como si supiésemos bailar, el sentido del ridículo se solía quedar en el fondo alguna botella de ron tirada en los contenedores del lugar donde se producía el botellón . Más tarde, cansados de hacer el idiota bailando y con ganas de otra copa, nos dejábamos la cartera mentando a la madre del que pone esos precios en las discotecas y daba comienzo un ritual, el paseo en fila india por el interior de las salas con distinta música en las que se dividía la discoteca, echando una ojeada a las coquetas señoritas que algunas veces era correspondida. Por último, terminábamos donde siempre, o bien apoyados en la barra americana del bar o en la barandilla de la terraza viendo a la gente pasar y dándole coba a inútiles pero divertidas conversaciones.

Pedazo de rollo acabo de soltar como preámbulo de la historia que acontece, pero este es el escenario donde se desarrolla y aquella época llena de recuerdos, de fiesta y alcohol es a donde me dirijo, por no mencionar a los cuatro colosos que en cierto sentido son participes de el viaje que llena esta página, tanto en el presente como en el pasado pero bajo otra piel…

Año 1996, agosto, probablemente a altas horas de la madrugada, comienza el FLASHBACK.

El sudor resbala por mi frente, algo mareado por la falta de aire pero con ganas de observar un poco más el panorama no me decido a salir a la terraza de la discoteca. Las vistas son espectaculares y merece la pena aguantar, el codo sirve de ancla en la barra americana del bar interior y la posturita del ocho es realizada a la perfección en un intento de promocionar el género, una posturita de chulo-discoteca que por aquel entonces no me había dado cuenta del poco efecto que ejercía sobre las féminas, bastante cansadas de los James Dean de poca monta, y yo intentaba aparentar ser uno, así me iba.

Las luces son ya algo mareantes y me pregunto a cuantos les habrá dado un ataque epiléptico con dicha parafernalia, ahora verde, ahora rojo, ahora azul, ahora nada, ahora azul, ahora rojo… un no parar, sumado a la ambientación que da esa niebla que bien podrían ser gases lacrimógenos y que a veces proyectan en las pistas de baile, que no la ves venir cuando te encuentras demasiado cerca, dejando el sentido del olfato aturdido y los ojos lagrimosos. Aquello parece un paseo por las calles de Londres bajo los efectos del LSD, juraría haber visto a Jack el Destripador cerca de la tarima.

Todo controlado.

Mis amigos no aguantan la tortura y deciden migrar a la terraza, yo me quedo un ratito más, ahora voy.

Que masoquista.

Pero es que estoy absorto en el rebaño de bailarines y bailarinas amateurs que llenan la pista de baile, algunos se agitan de tal manera que podría pensar que han pisado un cable terrestre de alta tensión, “donde está la mosca aquí o aquí” es la frase que me viene en mente, un momento, de que me río, yo bailo así o peor, mi frase sería “donde está la bandada de pájaros aquí o aquí“, mejor hago burlas de otras cosas.

Antes de encontrar algo de suficiente valor como entretenimiento para continuar en el interior de ese asfixiante lugar noto en mi pobre espalda un golpe que debe provenir de alguna camarera puesto que detrás sólo tengo la barra y ellas son las únicas con acceso a flagelarme desde esa posición, que raro, me giro y veo a un chaval joven, en calzoncillos con un collar de perlas ajustado al cuello y un sombrero de cowboy de color oscuro que baila sobre la superficie de la barra, sólo puede ser un gogo, ¿pero que hace encima de la jodida barra? y en cualquier caso con el espacio que tiene a lo largo y ancho, ¿porque narices me patea?.

Enojado por el vil ataque a traición no dudo en recriminarle la acción al señor gogo.

Cassius- Oye por favor ten cuidado que me acabas de partir el omoplato macho.
Gogo- Estoy trabajando.
Cassius- Trabajando mis cervicales, en serio, con toda la barra que tienes y te quedas a mi espalda.
Gogo- Muévete tú.
Cassius- Yo estaba aquí antes que tú.

Esto está cogiendo un tono infantil.

Gogo- Que te calles, yo trabajo aquí.

Pero este tío que se cree, mandarme a callar a mí, estando borracho…

Cassius- Que me calle de qué colega, tú trabajas aquí porque gente como yo te paga el sueldo no te jode, ¿y así me tratas?.
-El sueldo aquí lo pago yo.

Una tercera persona se une a la ridícula discusión, una mujer pequeña que a duras penas asoma la cabeza detrás de la barra aparece en escena ataviada con un traje un tanto ortodoxo para servir copas y puesto que es la única que no parece nada atareada trabajando de las tres supuestas camareras que ocupan la barra, parece ser que no es ese su lugar, a eso súmale la rotundidad y el gesto serio con el que afirma que paga los sueldos y tenemos ante nosotros a la posible dueña del local, hay que andar con pies de plomo.

Cassius- Bueno pero es que estoy aquí tranquilo y con lo grande que es esto se tiene que meter detrás, vamos que al final me ha soltado una patada.
Gogó- Que tío más plasta, pues te mueves.
Dueña déspota- A ver, el gogó está haciendo su trabajo ¿entiendes?
Cassius- Sí que entiendo.

Resignado me muevo a otro lugar de la barra y continúo observando el espectáculo pero ahora un pelín mosqueado, vaya perreta la del gogó de bailar ahí, y encima con la dueña ahí de respaldo, no tenía ninguna opción de ganar, punto.

Sin casi recuperarme del indeseado éxodo a dos metros de distancia de mi antiguo hogar, pom! , otro golpe, no puede ser, es que no puede tener tanta mala leche, me doy la vuelta despacito dudando que se repita el caso, lo mato, como sea el gogó lo mato.

Gogo- Que quieres, estoy trabajando.
Cassius- ¿Hay alguna cámara oculta? ¿Te estás riendo de mí?
Gogó- Estoy trabajando.

Se acabó.

Cassius- ¡Mira gilipollas te voy a decir donde puedes irte a bailar! ¡Te puede ir a bailar a…
Dueña déspota- ¿Cómo dices tú?

La invitación “a tomar por el culo de aquí” que le ofrecía al simpático gogó no llega a su destinatario y se ve interrumpida, otra vez, por el respaldo logístico del que hace uso y disfrute mi enemigo el gogó, y la dueña déspota no conforme con mi conducta y mi tono hostil decide poner fin al asunto, levanta el brazo y con un gestito que no sé todavía como coño lo vieron, llama la atención de los de seguridad que rodean la sala y se apresuran hacia mí.

No sé si habéis visto o recordáis en caso de verla, la escena de Jurassic Park en la que cruzan un campo de vegetación bastante frondosa, como una campo de maizal que te cubre por encima de la cabeza, en esa escena el espectador puede ver con una vista panorámica desde encima de los protagonistas como son atacados por unos velociraptores que a su paso veloz hacia las víctimas dejan unos pequeños senderos como si de una estela se tratase. Eso veía yo, los maizales ahora convertidos en bailarines desvergonzados eran apartados de su camino por, creo haber contado bien, cuatro velociraptores vestidos de Armani imparables a por su presa.

Madre mía la que se está armando por esta tontería, me siento como el Dr. Alan Grant, mientras los depredadores estrechan cada vez más la distancia que los separa de mi indefensa persona.

Claro está que yo no me asusto tan fácilmente, tengo saber estar, una serenidad y una calma admirable y soy una persona de principios capaz de enfrentar cualquier situación sin temeridad alguna… así que… … así que pongo pies el polvorosa y salgo disparado de aquel lugar aprovechando el único hueco libre por el cual huir hasta la salida, mi paso es rápido, firme y cobarde al abandonar la pista de baile, puedo sentir como se acercan cada vez más y más, no quiero volver la vista, no me atrevo a mirar sus rostros de “te vamos a dar la del pulpo“, una vez que esté en la calle confío que se les pase el aparente ansia de abrir cabezas.

Cuando alguien me llama, junto a la puerta de salida de la discoteca la cual ardo en deseos de cruzar alguien levanta los brazos, a modo de tal vez hacerme un placaje en mi apresurada huida.

Con una simple ojeada puedo (para mi serenidad interior) comprobar que no se trata de uno de seguridad, el personaje en cuestión es Caterpillar, sí, como los grandes monstruos de la construcción, ¿extraño mote?, tiene su explicación, así había sido bautizado desde los quince años, una edad algo inusual para que tu grupo de compañeros de clase te pillen jugando en un montón de arena con las miniaturas que emulaban a las enormes máquinas de la nombrada Caterpillar, juguetes muy famosos dicho sea de paso entre los chavales de mi generación.

Menos mal que nunca me pillaron a mí, porque también jugaba…

No nos veíamos desde el colegio y la verdad es que se le veía con cara de grata sorpresa y con una sonrisa preparado para recibirme, pensando tal vez en compartir anécdotas e informarnos sobre nuestra situación actual y como nos trataba la vida desde que no nos veíamos, en una agradable y nostálgica conversación.

Caterpillar- No me lo puedo creer, ¿eres tú Cassius? Madre del amor hermoso pero cuanto tiempo tío, que tal…
Cassius- ¡Quita!

Y se acabó la ternura del encuentro, no reparo en meditar el grotesco gesto con el que acabo de despachar la buena intención del sorprendido Caterpillar, imagino que su cara de “que coño le pasa” se tornará (cuando logre reaccionar el chaval) en un rencor de esos de ”ya verás cuando me digas algo cabrón“. Y dejo maleducadamente plantado al pobrecillo con toda su buena actitud, tal vez pueda explicárselo otro día ¿pero es que no puede ver a mis letales perseguidores? Seguro que lo entenderá, eso espero.

Por fin me encuentro fuera de la discoteca, me continúo alejando por si acaso hasta el aparcamiento y ahí ya puedo darme la vuelta seguro de que se acabó la persecución, pero no, de eso nada, los velocisegurataraptores continúan aparentemente ansiosos de sangre.

Cassius- Eh, esperad chicos, antes de que me desmembréis dejadme que me explique.
Segurata líder- A ver que coño has hecho chaval.

Parece tranquilo, eso relaja bastante pero los otros tres esperan a sus espaldas la señal para saltarme a la yugular así lo dicen las miradas con las que me intimidan.

Cassius- Yo no soy de armar jaleos, bueno un poco sí, pero no es el caso, estoy tan tranquilo disfrutando mi copa en la barra del bar y por dos ocasiones me patea la espalda el gogo ese del sombrero cowboy y eso que me moví para no armar jaleo puesto que la dueña no parecía entenderme, no me jodas que tú tampoco me vas a creer.
Segurata líder- ¿El del sombrero cowboy? Creo que está liado con la dueña, es un pelín gilipollas la verdad, ¿entiendes que no podemos dejarte entrar verdad? Ahora mismo todos sabemos de tu descripción por la radio con la que hablamos y te tienes que quedar fuera.
Cassius- No hay problema, no más sustos.
Segurata líder- Y tío, si estás seguro que no has hecho nada malo no hace falta que corras de esa manera ¿no?
Cassius- Fue la impresión, por estos lugares de marcha son muchas las historias que he oído sobre casos parecidos en los que uno acaba lleno de moratones.
Segurata líder- No seas exagerado que somos personas ante todo hombre, las cosas se hablan, bueno lo siento chaval pero tengo que dejarte, todo aclarado si vuelves otro día no te queda más remedio que evitar al machaca de la jefa.
Cassius- Que remedio, imagino que estas tonterías las aguantáis todos los días, eso también tiene que ser jodido.
Segurata líder- Pues sí, pórtate bien anda y relájate que estás pálido, nosotros nos vamos.
Cassius- Ok adiós y gracias señor.
Sorprendido ante la serenidad con la que me despacha el líder del grupo de armarios, los veo alejarse tranquilamente y perderse de nuevo en el interior de la jungla de la cual acabo de huir. Por cierto me ha dicho no se qué de cara pálida, a ver, me miro en el reflejo de uno de los coches del parking y sí que tengo cara de lemur acojonado, la cara de siempre pero si cabe, un poco más marcada la expresión de cobardía.

Y comienza la sensación que todos habéis pasado alguna vez, la boca se me llena de una producción masiva de saliva e instintivamente me acerco a un terrario de los que adornan el parking, me agacho esperando lo único que puede uno esperar cuando te sientes mareado y tu boca no para de segregar saliva. Voy a potar.

Dios mío, no recuerdo haber comido eso, algunos que aún hacen botellón en el parking me miran con cara de comprensión y lástima, tal vez aflojen con la bebida viéndose a ellos mismos clavando las garras en el terrario y haciendo fuerza para que todo lo impuro que el cuerpo no tolera salga por donde ha entrado.

Aburrimiento, flagelación en la espalda, resignación, susto, carrera de fondo y asombro ante la calma de los gorilas a la hora de despacharme, muchas cosas he sentido en este día que no se me olvidará jamás y menos ahora que queda anclado en este diario de recuerdos.

Y encima tengo la tarea de explicarle al buenintencionado Caterpillar lo que ha pasado ahí dentro para evitar así el remordimiento que me produciría otro encuentro, pobre tío...

Ladies and gentleman, espero no aburriros con esta posiblemente, alargada lectura.

Hasta otro flashback.

jueves, 1 de mayo de 2008

FLASHBACK 5: ¡ALTO EL FUEGO!


Vengo de visitar al Pelusa, colega de hace algunos años por un segundo empleo que tuve necesidad de realizar (de mala gana por supuesto) para variar por lo difícil que se me presentaba la economía por aquel entonces (como si ahora se presentara mejor, mierda...). De las pocas personas con las que entablé amistad en aquel trabajo, éste ha sido y será una de las mejores con las que me he cruzado, un chaval tranquilo con las ideas claras pero tan propenso a asustarse como el valiente de Cassius...

El Pelusa parece estar hecho un emprendedor en toda regla, ha abierto una cafetería con Luz, su actual novia y futura esposa y se le ve muy feliz, siempre lo ha sido. Me invitaron a comer con ellos sin coste alguno (tendré que ir mas a menudo...) y cuando nos quedamos los dos sólos poco tardamos en recordar el suceso que os relato a continuación.

Pelusa- ¿Te acuerdas?
Cassius- No me acuerdo no, ¿tú que crees?.
Pelusa- Es lo primero que me vino a la mente cuando hablamos ayer por teléfono, no le he contado a mi novia nada porque es un poco alarmista y al igual se hace una idea rara.
Cassius- Tranquilo, yo también lo tenía apartado en la memoria, pero para eso están estas visitas, se lo contaría de ser tú, es algo anecdótico y no tiene nada malo pero como no conozco mucho a tu novia no estoy seguro, yo creo que se lo tomará a cachondeo.
Pelusa- ¿Tú crees?.
Luz- Aquí está tu café Cassius, toma el tuyo cielo y... ¿de que os reis?
Pelusa- Recordabamos viejos tiempos, ¿quieres oir una historia interesante?
Luz- Venga.
Pelusa- Cassius, haz los honores que se te da mejor.
Cassius- Por supuesto señor Pelusa, oye Luz.
Luz- Oigo.
Cassius- ¿Alguna vez te han encañonado tres parejas de la policía local con sus armas, en una glorieta mientras conduces, en un lugar céntrico de la capital, a una hora en la que la calle estaba a rebosar de transeuntes?
Luz- ¿Que..?
Pelusa- Jajajaja a nosotros sí, escucha escucha.

Año 2002, febrero, domingo a media mañana, comienza el FLASHBACK.

12:00 A.M.
El teléfono suena y suena y suena y suena.... ¡Coño!

Cassius- ¿Sí? ¿Quien es?
Pelusa- Que pasa titán, no jodas que estabas dormido.
Cassius- Estaba dormido y para mi desgracia hace mucho que no jodo...
Pelusa- ¿Te acuerdas la chica que me dió el teléfono ayer? ¿La brasileña? Quiere quedar con nosotros a tomar un café y conocernos y tal, nos ha invitado a los dos.
Cassius- Y que gane el mejor ¿no? siempre ganas tú cabrón.
Pelusa- jejeje no, no, va con una amiga.
Cassius- Ok, ¿a que hora?
Pelusa- Pues están esperando, date prisa.
Cassius- Vale, en una hora te recojo.
Pelusa- Joder una hora pero que coño vas a.....
Cassius- Que sí...

Ti ti ti ti ti ti, dejo al Pelusa hablando sólo con su pensamiento y selecciono algo de ropa con la que tratar de aparentar tener algo de estilo, cuando encuentro lo que a mi entender parece adecuado para la ocasión... ...lo vuelvo a meter en el armario e intento por segunda vez a ver si despierto algo del sentido de la elegancia que oculto en el fondo (muy en el fondo) de mi extravagante personalidad. Terminada la pelea con la ropa, a la ducha y en camino.

Llego a la calle donde vive el Pelusa en el centro mismo de la capital y saco el móvil, típico, para hacer una llamadita perdida y que se espabile.

Pelusa- Sí dime.
Cassius- Joder no lo cojas coño, me cuelgas y bajas.
Pelusa- Catalán.
Cassius- ...... que bajes.

Ahí llega el Pelusa, el tío tiene una percha todo hay que decirlo espectacular, rubio, ojos azules y viste con mucho estilo, propio de la gente de capital. Quiero aprender de él pero soy un mal estudiante, así lo delata mi camisa hawaiana y mis pantalones de pescador acompañados de unas chanclas más que gastadas, yo diría que exterminadas... que vergüenza.

Cassius- Bueno que, donde has quedado con ellas.
Pelusa- Tío acabo de hablar con ella y me pasó su dirección que vayamos a su casa que su amiga está algo malilla para salir.
Cassius- Ok, la enferma para tí.

Humor machista, lo sé, pero así de bruscos y ordinarios somos los hombres entre nosotros y tengo que reconocer que algunas costumbres en mi forma de ser necesitan corregirse, estoy en ello, lo prometo.

Pelusa- Fuerte animal, anda, tu vete como para el estadio de fútbol que vive por ahí cerca yo te digo.
Cassius- Vamos "payá".

Más rodaje y gasto de gasolina por culpa de los abundantes semáforos, ceda el paso y pasos de peatones. Imagino como sería conducir por la ciudad en plan Grand Theft Auto, mmmm, no, no es buena idea hacer eso, mejor gasto gasolina.

Pelusa- Es aquí, el edificio ese donde la tienda de informática, aparca por detrás que hay sitio de sobra.
Cassius- Menos mal, no era tan cerca no.
Pelusa- No te quejes... ...oye, ¿que coño son esos gritos? ¿no los escuchas?

Agudizo el oido todo lo que puedo y sí, ahí están, se oyen gritos de alguna discusión dentro del edificio, riñas cotidianas de todos los días, parece ser alguna chica que le hecha una bronca a su novio imagino aunque no se oyen voces masculinas, sólo escucho los gritos de una chica. No, espera, ahora se nota que la voz femenina que grita son dos chicas distintas, riña entre chicas.

Pelusa- Joder menuda bronca tienen ahí montada, bueno, a lo que vamos el piso es el 3-B espera que toco al timbre.
Cassius- Jesús colega, no paran los gritos.

¿No paran? En el momento en que el dedo del Pelusa se posa en el pequeño botón que activa el timbre la discusión cesa... ...preocupante.

- ¿Sí?
Pelusa- ¿Hola? Soy el Pelusa, hablamos hace nada por teléfono quereis salir a tomar algo o subimos.
- Necesito ayuda subid por favor mi amiga está loca.
Cassius- Pues sí que está mala sí.
Pelusa- Shhh, calla hombre, oye Martina (así se llamaba nuestra amiga brasileña) ¿va todo bien? hemos escuchado gritos en tu edificio, espera que subimos enseguida ¿vale?.
Martina- Sí por favor, subid subid, necesito ayuda.
Cassius- Joder tío esto parece serio corre sube.
Pelusa- Vamos.

La voz entrecortada por algún sollozo de Martina nos pone en alerta y me hace imaginar de todo, y no es plan de darse la vuelta y volver por donde hemos venido, como he dicho una cosa es el humor a veces cruel del que hacemos gala y otra que seamos crueles o impasibles ante cosas así, no podría dormir esa noche si no trataba de ver en que podía ayudar a esa hasta el momento desconocida. Llegamos al 3-B, la puerta está abierta y los sollozos ahora son más claros que antes, al pasar al interior del apartamento reconozco a la chica de anoche, Martina, sentada en una silla del salón junto a una auténtica preciosidad de cabellos rubios acostada en el sofá con las manos sobre la cabeza.

Pelusa- Ey ¿que pasa aquí?
Martina- Mi amiga, se ha tomado medio bote de somníferos y no quiere ir al hospital, por favor ayudadme a llevarla al hospital no quiere ir, se quiere morir...

El pulso se me acelera, la mente se queda en blanco, los nervios son dueños de mis actos pero ahí está la serenidad del Pelusa que me sujeta del brazo y da las ordenes apropiadas para solucionar el conflicto.

Pelusa- Agarra sus piernas y la llevamos al coche entre los dos.
Cassius- Ok, Martina por favor abre la puerta y coge las llaves de mi coche, joder, vamos rápido.

La preciosidad de cabellos rubios no parece despertar de su letargo, espero que no sea demasiado tarde porque ver morir a alguien delante de tus narices y sin poder hacer nada no debe ser algo fácil de superar. ¿Porqué una chica tan bonita llega a esos extremos? A saber....

Bajamos las escaleras sin problemas, la chica no reacciona y Martina sujeta su mano dandole algunas palabras de consuelo, le explica en portugues que vamos al hospital y que no se preocupe que somos dos amigos, que todo va a salir bien.
Pero esos no son los planes del angel de rubios cabellos que en cuanto ponemos el primer pie en la calle despierta de su extraño sueño y se lía a gritos, patadas, arañazos conmigo y el pobre Pelusa, joder, uno de los tacones se clava en mi antebrazo (no me di cuenta en ese momento pero me hizo sangre la ahora demoníaca rubia).

Pelusa- Ostias, ¡pero que haces! ¡para joder que te queremos ayudar!
Cassius- ¡Ay!
Martina- ¡Tranquila por favor tranquila!

Pero nada la calma y continúa aplicando su peculiar Taekwondo, sus gritos son cada ves más fuertes y pasan a ser auténticos alaridos y llamadas de auxilio (en portugues por supuesto) unidos los gritos nuestros atraen miradas de todas partes y el forcejeo en plena calle tratando de acercarla al coche es un auténtico espectáculo, el coche, mierda, incluso mi pobre coche recibe una patada en el retrovisor de aquel demonio rubio que no para de gritarnos cosas en portugues imagino que nada amigable.

Cassius- ¡Mi coche! ¡Mecago en...! Tú vas al hospital como que yo me llamo Cassius, ¡ah! ¡el pelo no! ¡el pelo no!
Pelusa- ¡Martina súbete detras y trata de calmarla por dios!
Cassius- ¡No me tires del pelo joder!

Vaya escena, yo suplico que me suelte el pelo y lamento la amputación del espejo retrovisor de mi coche, el Pelusa grita que se calme de una jodida vez, Martina que la sujeta por la espalda para que no salga otra vez del vehículo y casi no nos damos cuenta de que un domingo a esa hora todo cristo está en su casa disfrutando del almuerzo, son cientos de ojos los que atraidos por el alboroto observan la operación desde ventanas, balcones e incluso la gente que pasa por la calle que extrañados ven a tres individuos forzando a una aparentemente inocente chica a entrar en su coche...

Todo en orden, estamos en marcha camino del hospital aunque algo intranquilo por el interés que algunos de los que se encontraban a pie de calle mostraban en la matrícula de mi coche, me digo a mi mismo que soy un paranoico y mando a la papelera de reciclaje de mi cabeza despeinada esa extraña e incómoda sensación.

Hace una hora y media que dejamos a Martina en urgencias con su amiga y mientras me fumo hasta el último pitillo que me quedaba en la cajetilla valoro los daños ocasionados a mi malogrado coche, vaya mierda, tiene golpes por dentro, un espejo colgando y varios rallones en la carrocería.

Cassius- Pelusa, si la chica esa sale de esta, la mato.
Pelusa- Joder se que es una putada lo del coche pero como iba a saber yo, lo siento.
Cassius- Nada hombre, paso de decirle nada del coche que capaz entra en otra crisis, me tocará joderme, mira, ahí sale Martina.
Martina- Chicos, muchas gracias de verdad, le han hecho un lavado de estómago y la dejan esta noche ingresada mañana la verá un psicólogo.
Pelusa- ¿Pero a que ha venido eso? No es por ser enterado pero vaya movida tiene que haberle pasado para llegar a esos extremos...
Cassius- Lo mismo digo, no lo entiendo, una lástima que pasen estas cosas, pero pasan, si no es muy indiscreta la pregunta ¿todo esto a que se debe Martina?

Martina nos explica que llevan dos años viviendo en esta ciudad y que no se han logrado de momento adaptar muy bien, su amiga tenía hasta hace unas semanas un novio que representaba un gran apoyo para ella y la ruptura de la relación no hizo más que sumarse a los problemas de adaptación que sufrían como extranjeras en un lugar donde prolifera el ambiente xenófobo y donde nadaban como pez fuera del agua. Nos relata otros problemas que han tenido desde que llegaron aquí y que sumados a los que propiciaron su marcha de Brasil parecen dar un sentido a lo que había pasado. Es una pena y creo que yo no podría reunir el coraje suficiente ni tan siquiera para plantearme el éxodo a otro país, ni de superar lo que hasta la fecha han superado ellas, y luego nos quejamos en España por cualquier piedra que aparece en el camino.

Martina- Necesito irme a casa y descansar, me levanté temprano y anoche apenas dormimos ninguna de las dos con la dichosa ruptura de su novio, me han dicho que tengo que dejarla descansar y de paso lo hago yo, luego volveré con algunas de sus cosas creo que habeis hecho demasiado, mejor vuelvo en un taxi.
Cassius- De eso nada, por favor, deja que te acompañemos y no te preocupes, esto ha sido inesperado para todos y no debes sentirte culpable, son cosas que pasan, ánimo.
Martina- Gracias, eres muy amable, mmmm...
Pelusa- Cassius.
Martina- Cassius, perdona es que con todo esto ni me acordaba de tu nombre, lo siento.
Cassius- No pasa nada, vamos. (no sabe mi nombre, gana el Pelusa, la historia se repite)

Rumbo a casa de nuestra compañera y de camino hablamos de esto y de aquello tratando de evadir por un instante lo sucedido, de momento intentamos levantar el ánimo de la chavala que parece bastante afectada. Al entrar en la ciudad por la calle principal escucho el sonido de unas sirenas, algo normal en pleno centro urbano, me paso al carril derecho instintivamente dejando el camino libre a las sirenas que parecen dirigirse en la misma dirección que nosotros y continúo con la marcha, entro en la famosa glorieta de la plaza de España, rodeada de bares, cafeterias y locales de alterne en general y para nuestra sorpresa las sirenas que ahora suenan a nuestro lado son acompañadas del estruendo sonido de un vehículo al quemar neumáticos.

Cassius- ¡Joder que coño hacen!
Pelusa- ¡Cuidado, para para!

Son varios coches de policía, uno se cruza delante nuestro con una maniobra auténticamente de Hollywood, otro cierra el paso por detrás y el tercero se pega a mi izquierda casi lo justo para poder abrir la puerta. Seis agentes de la local se bajan apresuradamente y nos encañonan, sí, nos encañonan con el arma y a gritos nos ordenan abandonar el vehículo con las manos sobre la cabeza...

Pánico, puro pánico, estos tíos nos pegan un tiro al menor movimiento extraño, no entiendo con quien narices nos deben haber confundido pero estoy realmente acojonado, por lo que puedo observar el Pelusa no está mucho más relajado que yo, su rostro se vuelve de un blanco sepulcral e imagino que el mío no debe distar mucho del suyo, Martina se hecha las manos a la cabeza y se queda congelada en el asiento trasero del coche.

Policía- ¡Bajense del vehículo! ¡Despacio y con las manos en la cabeza! ¡Inmediatamente!
Pelusa- Creo que se confunden nosotros no...
Policía- ¡Callese! ¡Le han ordenado que se baje del vehículo!

No puedo pensar, sólo veo la imagen de esos seis agentes abriendo fuego y nuestros cuerpos atravesados por un sinfín de proyectiles (tengo una mente sobrealimentada de películas de acción), acribillados ante la mirada de cientos de transeuntes que muestran toda su atención en lo que está pasando, deben pensar que somos una especie de macarras de poca monta con un coche robado o con droga encima o vete a saber que, el caso es que la fama nos acompañará a los ojos de esa gente de por vida. Que mal.

Cassius- ¡Alto el fuego!
Policía- ¡Que dice de alto el fuego! ¡Callese y ponga las manos sobre el capó!
Cassius- ¡No dispare por dios, no dispare!
Pelusa- Tranquilo tío, haz lo que dicen.
Policía- ¡Nadie va a disparar si hacen ustedes lo que se les ordena! Señorita, por favor, baje del vehículo y acompañenos.

¿Que? ¿Todo esto es por Martina? ¿Nos mintió y se ganan la vida con el narcotráfico o algo igual o más ilegal que eso? Pero que...

Cassius- Agente nosotros no...
Policía- Usted cállese le he dicho, vacíe los bolsillo y no hable.
Cassius- ......

Nos colocan las esposas, y cuando se dirigen con nosotros a los coches patrullas doy gracias a dios de trabajar en otra ciudad, bastante alejada de mi hogar y donde no tengo parientes o conocidos que se enteren de este supuesto acto delictivo que aún por comprender, que vergüenza. Uno de los policías, el más viejo, habla con Martina al otro lado del apresurado cerco policial y llama la atención de los que nos empujan al interior de los vehículos.

Policía- ¡Eh esperad! Falsa alarma chicos, parece que todo está controlado, estos son los papeles de urgencias, la supuesta secuestrada sufría una crisis y un intento de suicidio los chavales al parecer querían ayudar. Lo siento señores, pero hemos recibido una llamada por un intento de secuestro, alertados por unos gritos y una fuerte discusión nos llamaron y nos dieron la matrícula de este vehículo.
Cassius- ¿Secuestro?
Pelusa- Lo entiendo, el espectáculo que hemos dado en esa calle pegando gritos y forzando a entrar a la chavala en contra de su voluntad en el coche es lo que ha debido aparentar.
Cassius- Oh señor, agente, ¿esto supone algún..
Policía- No se preocupe, ha sido un malentendido, todo aclarado, como comprenderá no está el patio como para hacer caso omiso a estas cosas y llevamos cerca de dos horas buscando como locos por toda la ciudad el coche y a sus ocupantes, hay una patrulla esperando en el portal de su edificio señorita, ya les avisamos por radio, y les pido disculpas otra vez.
Martina- Que fuerte...
Pelusa- Tranquila, todo está aclarado, ¿podemos irnos agentes?.
Policía- Por supuesto señor, por nuestra parte está todo resuelto, ¿su amiga se encuentra bien señorita?
Martina- Está en urgencias pero se recupera bien, mañana viene lo difícil a ver que pasa con el psicólogo.
Policía- ¿Podemos hacer algo por ustedes? ¿Necesitan algo?
Cassius- Una máquina del tiempo necesito.
Policía- .....
Cassius- Perdón, no necesitamos nada, sólo irnos a casa y descansar.
Policía- Ha sido un día bastante sonado para nosotros también, les pido disculpas nuevamente por el método empleado y las molestias ocasionadas.

Sí ya, muchas disculpas pero la fama, no nos la quita nadie, se acabó ir de copas por esos bares y menos mal que al año cambié de coche, cada vez que entraba en la ciudad podía sentir que de los miles de ojos que nos observaron ese día muchos me reconocían al pasar, yo, "Cassius el secuestrador", vaya cosas le pasan a uno para que luego digan que si actúas bien recibes buen karma, los cojones...

Lo único bueno es que la chica salió de su crisis y a pesar de perder el contacto con ellas, tengo buenas sensaciones sobre su actual situación, es sólo una sensación pero al mes de salir del hospital se les veía bastante bien. Nunca me cité con la rubia por miedo a sufrir una especie de "Instinto Básico", entre los tirones de pelos, arañazos y el tacón que me dejó cicatriz en el antebrazo, la imaginaba acercarse a mí en la intimidad con un picahielos oculto...

Trauma trauma...

Señoras y señores, el secuestra-brasileñas se despide, hasta otro FLASHBACK.


jueves, 17 de abril de 2008

FLASHBACK 4: FIRMAFOBIA


Firmafobia, tengo firmafobia, ¿como que que es? si está clarísimo y explicado, según la Real Academia Española y la Wikkipedia firmafobia no significa una mierda y hace tiempo que no me mandan ni tan siquiera negativas ante mi insistencia de incluir esa palabra en sus archivos, ellos sabrán, incultos, pero sé que la padezco y creo que me acuerdo más o menos del acto causante de mi fobia, a duras penas logro firmar algo sin antes analizar de forma demente donde va a estar impresa y que estoy autorizando o aceptando, sea un documento o un recibo de la tarjeta de crédito, o.... ....o una jodida tarjeta de felicitación de cumpleaños.

He recordado gracias a esas operaciones de la vida cotidiana a las que todos tarde o temprano hacemos frente, hace poco me tocó firmar unos documentos de un nota (¿o era notario?) y ante la cuantiosa pila de papeles que me ofreció decidí leerlos uno por uno, con calma, provocando la incomodidad del nota/rio que poco pudo aguantar el panorama.

Notario: Se le entrega una copia para que examine el contrato con calma punto por punto... ...en su casa.
Cassius: Son manías que uno tiene, jeje.
Notario: Y yo tengo prisa caballero.

Hijo de...

Cassius: Enseguida los firmo, perdone, es la costumbre.

Pero muy cabezota con mis manías continúo con mi lectura, por lo menos la letra grande y disfrutando de la banda sonora de resoplidos y/o bufidos del notario, que interpreto como pequeños achuchones ante mi pasividad con el bolígrafo.

¿La causa de esa manía? Ufff, hay que moverse bastante, la mañana de un sábado (no recuerdo el mes) de 1987.

Comienza el flashback.

Soy de familia medianamente numerosa, Papá, Mamá, mi hermano Risco, mi hermana Ina y yo el último de la lista, mis hermanos mayores Risco e Ina son la parejajita que me hizo las mayores perrerías imaginables, a día de hoy cuando logramos sacar tiempo de nuestras rutinas diarias para reunirnos (los 3 hermanos) comentamos algunas de esas perrerías de forma divertida, pero os voy a contar un secreto, al hacer memoria, recuerdo que en el momento de sufrir dichas "putadas" no me hacían ni puñetera gracia, pero el tiempo lo cura todo, menos mal.

Eramos tres pequeños en casa y por supuesto era mío el rango de enano de la casa y la preferencia ante la atención de mamá y papá, y lo disfrutaba, vaya que sí. Pero esa era la chispa que encendía la ira de mis hermanos ya abandonados de los mimos y antojos.

Y me lo hacían saber cada vez que tenían ocasión, preferiblemente cuando nos quedábamos sólos, joder, hasta los 10 años creía que mi nombre era ¡Cállate!...

A lo largo de la mañana me tocó hacer un par de tareas en casa (las peores, como siempre) pero nada que ocupara más de una o dos horas de trabajo con mala gana, disfrutamos de la sesión matinal de dibujos animados y cuando se aproximaba la hora del mediodía e intuyendo la llegada de mamá a casa preparamos la mesa. Trabajaba en la cocina de un hotel con turno partido y solía traer a casa comida ahorrando algo de dinerillo, plato principal y postre siempre era una sorpresa dependiendo del menú del día, pero salvo algún que otro potaje que a duras penas tragabamos todo lo que traía solía encantarnos. Ese día cuando llegó a casa y salimos a ayudarla con las bolsas bajó del coche algo más que la comida, una pelota de plástico de playa, amarilla, coloreada como un balón de futbol reglamentario y envuelta en una red blanca de la cual colgaría el super de playa del que tenía pinta de proceder, de esas que pateas y describen 364 curvas en el aire y con suerte no se las lleva el viento, pero un regalo que con lo difícil que estaba la economía en casa era un gran detalle.

Mamá- Hola niños, que tal todo, espero que bien, faltan servilletas, lavaos las manos que vengo cansadíiiiisima.

Detallista al máximo y para que engañarnos, algo fría a veces, sobre todo cuando salía de trabajar, se le veía agotada y con ganas de comer algo e irse a la cama, pero mi atención seguía perteneciendo a la pelota amarilla, hasta olvidé la curiosidad por descubrir el menú de hoy, ni tan siquiera el postre lograba distraerme de mi objetivo, toda mi atención era canalizada en la pelota amarilla. Para mi desgarcia no era el único que sentía atracción por aquel objeto...

Risco- ¿Y eso mamá?
Mamá- ¿Eso qué?
Cassius- La pelota mamá.

Siento la maquiavélica mirada de Risco.

Mamá- Ah esto, toma Cassius me la encontré al salir del trabajo, si has hecho los deberes del fin de semana puedes jugar un rato, pero no dentro de casa ¿vale?
Cassius- Por supuesto.
Risco- Eh que nos es para tí sólo.
Mamá- Risco, tienes un examen el lunes y tu hermana también, os quiero ver estudiando.
Risco- Pero...
Mamá- Llevais mal las notas así que el fin de semana toca estudiar y deja al niño con la pelota que tú ya eres mayorcito.

Pa tí, le contesto a mi hermano telepáticamente, pero no parece enterarse, tengo que pulir mis superpoderes.

Risco acepta, no muy convencido y yo victorioso dejo el balón donde pueda verlo y me apodero de una silla de espaldas al televisor que solía emitir mientras comíamos las aburridas noticias. Una hora después de la comida mamá ya ronca en su habitación, llegó el momento de hacer uso y disfrute de mi tesoro... de mi regalo.

Risco- ¿Donde vas con la pelota? Mamá está acostada, a ver el ruido que haces.
Ina- Como molestes con el ruido te la quito.
Cassius- Tranquilos parejita, haré tan poco ruido que no os molestaré mientras estudiais.
Ina- Niñato.
Risco- Métetelo por el...

Me aparté a una distancia prudencial de la casa, comencé a patear la pelota contra la pared del garaje, sólo, como siempre, pero el objetivo de entretenerme se cumplía a la perfección, logré olvidar la mirada amenazante con la que mis hermanos me acompañaron hasta la salida de casa... Bah, que se jodan, pensé, claro Cassius claro, se olvidarán de tu arrogancia y trato de favor por parte de mamá o papá, como hacen siempre, claro que sí.

Pasó bastante tiempo hasta que algo logró distraerme de mi afanada tarea de golpear la pelota, esta vez haciendo puntería en una mancha de humedad de la pared, el agudo y chirriante sonido de la puerta del garaje al abrirse nos dió una pausa a mí y mi nueva mejor amiga, la pelota amarilla.

Mamá- Cassius me voy, dame un beso y portate bien, si quieres merendar tus hermanos van a hacer tortitas.
Cassius- Muuua, chao mamá, sí que tengo hambre, adiós.

Según me acercaba pude ver a Ina y Risco a través de la ventana de la cocina, atareados en la elaboración de las tortitas.

Cassius- mmm, vais a hacer tortitas me ha dicho mamá, ¿necesitais ayuda?

Ufff, son tortitas, merece la pena actuar con tacto.

Risco- Sí pero no hace falta ayuda, enciende la tele un rato si quieres hasta que terminemos, yo te aviso.
Cassius- Saco los cubiertos y mermelada y eso si quereis.
Ina- No te preocupes, eso lo hago yo, sientate a ver la tele que ya te avisamos.

Estarán de buen humor, pienso, ignorante del trato más que sospechoso al que no suelo estar habituado por parte de mis "adorables" hermanos, todavía conservo algo de esa inocente forma que tengo de interpretar los gestos amables de la gente, no tanto como antes pero algunas cosas continúo pasando por alto.

Todo estaba delicioso, me sirvieron tres tortitas y casi reviento, ni tuve que limpiar, extraño pero es así, mientras recogen la mesa y limpian los platos yo veo los dibujos tranquilamente.

Ina- ¿Te gustaron las tortitas Cassius?
Cassius- Mucho, gracias Ina.
Risco- Mañana tenemos un examen, vamos a estudiar a la habitación tu quédate aquí tranquilo con los dibujos, no salgas sin pedir permiso.
Cassius- Ok, aquí me quedo.

Abandonan la sala y pasado un rato aparecen con un sobre en la mano.

Risco- Cassius, ¿sabes que mañana es el cumpleaños de mamá?
Cassius- ¿De verdad? No tenía ni idea tío, ¿que hacemos?
Ina- Mira, hemos comprado un regalo y estamos escribiendo una tarjeta porque queremos que tú también participes, cuando llegue por la noche se lo damos los tres juntos ¿ok?
Cassius- ¿Que le comprasteis?
Risco- Un libro, toma esto y firma aquí junto a las nuestras.
Cassius- ¿Con un lápiz?
Ina- Da igual luego lo repaso con el rotulador y queda más bonito, eso es por si nos equivocamos o hay que borrar algo.
Risco- Claro, primero se hace a lápiz y luego se repasa, tú firma.
Cassius- Vale.

Y firmé...

21:00 Los tres duchados y con una taza de leche con cereales ya reposando en el estómago veíamos la televisión cuando el sonido del motor del coche de mamá nos llegó por la ventana de la sala, bien, era hora de la sorpresa, todo estaba preparada, cuando entrara por la puerta yo le daría la nota a mamá y luego ellos el regalo, todo perfecto y estudiado.

La puerta se abre.

Mamá- Hola niños, uy, que haceis los tres ahí plantados, que habreis hecho.
Ina- Nada mamá, Cassius te quiere dar una cosa.
Cassius- Creía que...
Risco- Dale la nota tonto cuando la lea le damos "eso".
Cassius- Toma mamá, felicidades.

A mi espalda escucho el susurro de una risita mientras mamá coge la nota de mis manos y la abre, aquí pasa algo raro...

Mamá- A ver, una nota, ¿y esto?
Ina/Risco- Léelo mamá.
Mamá- mmm, a ver,
Yo, Cassius, cedo la poseción de este balón a mis hermanos Risco e Ina por medio de este documento que he aprovado tras negociar y aprovar dicha operación con los beneficiarios, así lo demuestro a través de mi firma personal e intransferible. Firmado: Cassius

Mis hermanos rien a carcajadas, lloro desesperado tras tragarme que el documento tiene veracidad, desesperado ante lo que parece la pérdida legal de mi tesoro, mi regalo, mamá se rie ante la picardía de sus hijos y la inocencia del pequeñín, yo sigo llorando pero no me hacen caso y mi madre se limita a romper el papel y soltarles en un tono que no me pareció nada represivo que no hagan esas cosas que son mayorcitos.

Eso era yo para mis hermanos de pequeño, un conejillo de indias hacedor las veces de sparring humano, y otra cosa, la Firmafobia existe, doy fé.

Hasta otro Flashback.

sábado, 12 de abril de 2008

PAUSA: REFLEXION EN EL PRESENTE...


A ver, pensando yo una cosita, si quiero relatar flashback de mi vida, palabra muy de moda FLASH-BACK, ohhh como en Lost ohhh..., digo yo que tendrá que haber un presente y cuando me acuerdo de una historia de las que cuento y exagero (todo hay que decirlo) entonces sí tiene lógica que se suceda el viaje al pasado, siempre partiendo del presente.

Y no sin ton ni son como lo he hecho hasta ahora.

Otra cosa es mi inmadura y escueta capacidad literaria, me gusta leer y escribir pero otra cosa es que se me dé bien, de ahí que mejor será escribir sin intentar emular a ningún maestro de la pluma, sólo limitarme a ser yo mismo, esto significa para los que leais alguna página que encontrareis unos relatos vulgares, sencillos, caseros y lleno de faltas de ortografía o palabras inexistentes en el diccionario de la Real Academia Española ("ejmplo=pongo" yo pongo..., o pongo rumbo... palabra que utilizo demasiado "pongo" jejeje) si es que soy un desastre, trataré de corregirme un poquito o un pocaso.

Dicho esto espero poder dedicarme con más atención a este diario y actualizar sus páginas como mínimo una vez a la semana, me cuesta mucho soltarme e intuyo estar haciendo el ridículo, pero me aprovechare del don que nos otorga internet, el anonimato, y así dar rienda suelta a mi impresionante capacidad.... capacidad... ca.... dar rienda suelta a algo, ya veremos a que.

Lo dicho, mejor me relajo y escribo igual que hablo, ya veremos si le voy cogiendo el truquillo poco a poco a esto de escribir.

Se despide atentamente Cassius.

domingo, 6 de abril de 2008

FLASHBACK 3: SIN QUE SE NOTE


1992, no puedo recordar un mes con exactitud pero era época de colegio, eso seguro, y de esas horas de clase salía acompañado por mi compañero de fechorías, ya sabeis que algunos niños desarrollan el cráneo de forma acelerada y pasan un tiempo siendo cabezones hasta que el resto del cuerpo crece en proporción a la cabeza, a veces compensa y a veces te quedas cabezón, ese era el problema de por aquel entonces mi mejor amigo, Cabezabolo.

Cabezabolo -Ayer me llevaron mis padres a la inauguración de la papelería nueva.
Cassius K -¿Una papelería aquí en el pueblo? ¿Venden revistas? jejeje

Directo al grano, "¿venden revistas? jejeje" viene a significar, "¿venden el interviú? jejeje"...

Cabezabolo - Jejeje que guarro eres.
Cassius K - Yo soy el único guarro aquí, claro, claro... Entonces con inauguración y todo, ¡que nivel!
Cabezabolo - Picoteo y refrescos pero me mandaron pronto a la cama por el cole, los mayores siguieron y desde mi habitación se escuchaban las risas, está al lado de mi casa.
Cassius K - Está cerca, que bien, ¿y qué tienen?
Cabezabolo -Hombre, la fiesta fue en la casa de los dueños y la papelería nos la enseñaron medio con prisas y no me quedé con todo, creo que tienen revistas, libros, cómics y cosas de esas y también vi juegos de mesa, y...

Suficiente información para despertar mi hambrienta curiosidad.

Cassius K -Vamos que quiero verla corre, ya me contarás por el camino que si tardo mucho en llegar a casa mi madre se mosquea.
Cabezabolo -...y tienen cromos de fútbol, de los caballeros del zodiaco, de ranma, de...

5 minutos después y con un exhausto Cabezolo por correr soltando el discursito de lo que tiene o no tiene la papelería, llegamos a un edificio de 3 plantas, con una puerta de garaje que a su vez albergaba otra puerta abierta, protegida a la sombra de un balcón lleno de plantas. No fue hasta casi entrar por la puerta que logré ver en el espacio de cemento entre el balcón y la puerta un cartel ¿provisional? pintado a brocha, con dos cojones. PAPELERIA MARILUZ.

Pero la decepción por el rocambolesco aspecto de la entrada al local de novedad en el pueblo se ve recompensada por los inmensos tesoros que aguardan en su interior, a mis ingnorantes ojos se me hace enorme el lugar, pero a pesar del shock soy un chaval educado...

Cassius K - Hola buenas tardes.
Cabezabolo - Hola.

Sonreimos educadamente a la dependienta que parece ocupada despotricando con una vecina de otra vecina que le dijo que su vecina bla bla bla, la educación que tanto nos inculcan a base de estopa nuestros padres no se ve correspondida, psss, me la suda.

Cabezabolo - Mira las revistas, ¿tienes dinero?.
Cassius K - Déjame ver que tienen hombre.
Cabezabolo - Mira, los cromos.
Cassius K - ........
Cabezabolo - Vale hombre mira tranquilo...

Y apareció ante nuestros ojos, una pequeña colección de comics de los más variado, los X-men en equipo o por separado, Mortadelo y Filemón, SuperLópez, Spiderman, Batman, Conan, oh dios santo, era un paraíso, y de cabeza a ver los precios. Ups, 195 pesetas, se nos escapa del presupuesto, yo pertenezco a una familia modesta y me quedo corto con el adjetivo, somos pobres xD y Cabezabolo simplemente tiene un padre agarrado con ganas.

Cabezabolo - Mira Hulk, y la Guerra de las Galaxias, y... ¡mira tío! ¡Dragón Ball!

Imposible dejar pasar esa oportunidad, fanáticos de las aventuras de Son Goku y compañía, ese cómic tenía que acabar en nuestro poder...

Cassius K - ¡Joder! ¿lo compramos? ¿tienes dinero? yo no llevo nada encima.
Cabezabolo - No tío, si antes te pregunté si tenías dinero por eso mismo, quería algunos cromos pero prefiero el cómic, sin dinero estamos listos.
Cassius K- ¿Nos la jugamos?
Cabezabolo - ¿Que? ¿Como? Dices llevarnoslo por...
Cassius K - Por las malas...
Cabezabolo - ¿Las malas? Hazlo tú que yo me pongo nervioso.

Mis manos arrebataron el cómic de aquella estantería observando por el rabillo del ojo como empezaba a darle el tembleque a mi cobarde cómplice, sin tener del todo claro como podía conservarlo al salir por esa puerta sin abonar las 15o pesetas, bueno, eso del todo claro tampoco es así..., sabía que la única forma era hacer de Robin Hood en beneficio propio, robar al rico, si tienen para una papelería no les dolerá un cómic de mierda.

Cassius K - ¿No tienes nada, nada, nada de dinero?
Cabezabolo - Que no tengo.
Cassius K- ¿Que hacen las dos señoras ahora mismo?
Cabezabolo - Siguen hablando a su rollo, yo lo metería en la camiseta de espaldas al mostrador y salimos como si nada. Pero no me parece muy buena idea.
Cassius K - No me lo pidas entonces.
Cabezabolo - Venga, te ayudo.

Por el interés te quiero andrés... Como narices se supone que pensaba ayudarme no lo sé porque su cara expresaba de todo menos serenidad. Así no lograríamos salir por esa puerta.

Cassius K - Cálmate hombre, da las buenas tardes y salimos como si nada.
Cabezabolo - No, espera, ya no quiero hacerlo, mi madre conoce a la dueña, yo paso.
Cassius K - La mía también la conoce, yo lo escondo y vas esta tarde a mi casa y lo vemos juntos.
Cabezabolo - Que nos van a pillar, se te nota un montón el bulto, déjalo en su sitio tío...
Cassius K - Que no coño, colocate a mi derecha y salimos hombro con hombro y despacito, sin que se note.

"sin que se note"

Aplicada algo de filosofía infantil sobre lo que estaba bien o mal en aquella delicada operación, mi entonces malévola mente logra convencer al bueno de Cabezabolo para llevar a cabo el plan, creo que no pudo ser más evidente que algo pasaba, al arrancar hacia la puerta Cabezabolo sale casi a zancadas con un -buenas tardes- de relámpago sobre la distraida señora que al oir algo, (mira tú por donde) ahora sí se gira a ver de donde procede ese caminar agitado y el saludo casi en voz alta. El "valiente" Cabezabolo me deja expuesto completamente a la mirada de la dueña y su vecina cotorra que entonan un acompasado - Adiós niño - sin dar la menor importancia a nuestra extraña estampida.

Cassius K - Adios adios.

Creo que el cómic se lo quedó Cabezabolo, encima eso, la papelería a día de hoy continúa abierta y de ahí que me acuerde de esta fechoría, hace poco pasé por delante del ahora renovado local con un aspecto más moderno y acorde con los avances en el pequeño pueblo donde vive mi familia. Fue si no recuerdo mal de los primeros urtos que podían suponer algo serio en mi vida, niño malo, y no fue el último aunque a día de hoy como todo el mundo no paso de coger algunas pilas o abrir un paquete de galletas pillar algunas y dejarlo a medias por alguna estantería, ¿soy un delincuente? tal vez...